viernes, 5 de marzo de 2010

frío

El mismo color de días,
uno después del otro,
sumergidos todos en la neblina del desespero.

¿Qué habrá hecho el hombre para que sus montañas protectoras le castiguen con la húmeda tiniebla?
Me pregunto inocente,
y una lágrima de niño rueda de mis ojos.

Duele el cuerpo,
los oídos absortos en el silencio espumoso no reciben señal alguna.
¿Es esto el limbo?
Digo,
como esperando la respuesta de mi protectora en las noches de fiebre
¿mamita me pondré bien?
¿se pondrá de nuevo todo bien?
¿el dolor tiene fin?

Que frío.
Acurrucado acá,
en el medio de la vida,
sobre una mesa de piedra que congela mi carne,
mi alma,
me debato entre la vida y el sueño.