- Ulises! –
dijo su madre mientras esperaba impaciente
con el almuerzo servido en la mesa para dos.
Ulises frente al espejo,
cautivado en su mirada,
y con el cuerpo esclavo de su reflejo;
Ulises perdido en sus inmóviles pupilas,
erguido y desnudo,
tres días de horror al descubrirse del otro lado,
humillado,
convexo,…
descifrado.
-Ulises! –
grito María, mientras su cuerpo pesado escalaba a la alcoba del callado jovenzuelo.
***
Y él, a estas horas, recorriendo el camino de vuelta a casa.
"Ullyses", 2004
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