Querida mía:
…”De nuevo te escribo porque me encuentro solo y porque me apena
siempre tener que charlar contigo sin que lo sepas ni me oigas, ni
puedas contestarme. Por más malo que sea tu retrato, me sirve
perfectamente, y, ahora, comprendo por qué perfectamente, y por qué
hasta las “lóbregas madonnas”, las más imperfectas imágenes de la Madre
de Dios, podían encontrar celosos y hasta más numerosos admiradores que
las imágenes buenas. En todo caso, ninguna de esas oscuras imágenes de
madonna ha sido tan besada, ninguna ha sido mirada con tanta veneración y
enternecimiento, ni adorada tanto como esta foto tuya, que si bien no
es lóbrega, sí es sombría, y en modo alguno representa tu hermoso,
encantador y “dulce” rostro que parece haber sido creado para los besos.
Yo perfecciono lo que estamparon mal los rayos del sol y llego a la
conclusión de que mi vista, por muy descuidada que esté por la luz del
quinqué y el humo del tabaco, es capaz de representar imágenes no sólo
en sueños, sino también en la realidad.
Te veo, siento, toda delante de mí, como de carne y hueso… el falso y
vacío mundo se forma una idea superficial y equivocada de las personas.
¿Quién entre mis numerosos calumniadores y maldicientes enemigos me ha
reprochado alguna vez valer para el papel de primer galán en cualquier
teatro de segunda categoría? Pero es que soy así. Si esos canallas
tuvieron siquiera una gota de sentido del humor, habrían garrapateado en
el anverso “relaciones de producción y cambio” y en el reverso me
habrían dibujado postrado a tus pies, “mire este dibujo y el otro”,
rezaría la inscripción. Pero los canallas son tontos y seguirán siendo
necios in secula seculorum.*
La separación temporal es útil ya que la comunicación constante
origina la apariencia de monotonía que lima la diferencia entre las
cosas. Hasta las torres de cerca no parecen tan altas, mientras que las
minucias de la vida diaria, al tropezar con ellas, crecen
desmesuradamente. Lo mismo sucede con las pasiones: los hábitos
consuetudinarios que, como resultado de la proximidad se apoderan del
hombre por entero y toman forma de pasión, dejan de existir tan pronto
desaparece del campo visual su objeto directo. Las pasiones profundas,
que como resultado de la cercanía de su objetivo se convierten en
hábitos consuetudinarios, crecen y recuperan su vigor bajo el mágico
influjo de la ausencia.
Así es mi amor. Al punto que nos separa el espacio, me convenzo de
que el tiempo le sirve a mi amor tan solo para lo que el sol y la lluvia
le sirven a la planta: para que crezca. Mi amor por ti, cuando te
encuentras lejos de mí, se presenta tal y como es en realidad: como un
gigante; en él se concentra toda mi energía espiritual y todo el vigor
de mis sentimientos.
Adiós, querida mía, te mando a ti y a nuestras hijas miles y miles de besos.
.-Tu Carlos.
Fuente: http://www.larepublica.es/2013/07/carta-de-amor-de-karl-marx-a-jenny-von-westphalen/
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